lunes, 1 de junio de 2009

Reseña - Smile From the Street you Hold.


Extraño. Esa es la primera y única palabra que se me viene a la mente tras escuchar esta especie de “terapia-experimental” de la peor época del guitarrista, definitivamente a merced de su adicción a las drogas. Al escucharlo uno presiente la angustia, el dolor y hasta la ayuda que Frusciante pide a viva voz, en su propia terapia de grito primal. Prueba de esto es el tema que abre el disco, “Enter A Uh”, de poco más de 8 minutos. Aquí Frusciante profiere gritos difíciles de entender, casi al borde de la locura, sólo acompañado de una guitarra disonante, que suena muy piola, dándole más lugar a los balbuceos y gritos compulsivos y sin sentido del guitarrista. “The Other” suena a lamento, acompañado por una guitarra que nuevamente, no juega a nada. No sé si lo hace en forma deliberada, pero el asunto de la guitarra es una constante en todo el disco. Siguiendo la tónica es “Life’s A Bath”, pero se atisba que le quiere dar forma de canción. “A Fall Thru The Ground” es de esas típicas canciones introspectivas reflexivas de John, algo que no ha dejado de tocar en ninguno de sus discos, algo parecida es “I May Again Know John”; sin duda una canción escrita para sí mismo, la voz con efectos que hace que los gritos desenfrenados de Frusciante lleguen a dar miedo en sus casi 9 minutos de duración. La guitarra le da un aire de iglesia, entre oscuro y tétrico, atmósferas que siempre le han sido fascinantes al guitarrista. “Poppy Man” es una unión de guitarras que dan un aire disonante, desordenado; como sacado de un ensayo en 2 pistas. “I’m Always” es una canción en todas las de la ley, que irónicamente viene a ser la cosa rara del disco, a pesar de eso es muy irregular.

“Femininity”, “Breathe” (que parece un largo llanto de 6 minutos y medio), “I Can’t See Until I See Your Eyes” y “More” parecen una mezcla de Bob Dylan, Robert Plant y el Neil Young más acústico en una licuadora de mal funcionamiento. Con cambios de ritmo inesperados y voces sobrepuestas y quejumbrosas, casi de borracho, un desorden increíble. En todo el disco me da la impresión de que se grabó en distintas épocas. “For Air” es una experimentación de guitarras acústicas, eléctricas, al revés, pero la encontré ordenadita, me gustó. “Height Down” también se va por lo acústico, además de que no canta Frusciante; aquí el micrófono está a cargo del actor River Phoenix, compañero de carrete de John y que murió producto de una sobredosis de drogas, el mismo destino que le esperaba al guitarrista, hasta que volvió a los Red Hot en 1998. “Nigger Song” es de una crudeza que llega a molestar. La guitarra muy distorsionada y la voz nuevamente cercana al lamento, casi con burla, de Frusciante. Ruidos inclasificables, frases que no suenan a nada. Y eso se repite en los 17 tracks. Muchos temas para algo tan parecido. Pero, a pesar de todo, llega a parecer interesante. Es evidente que el tipo estaba mal, adicto a más no poder y solo. Creo que haber ingresado a los Red Hot Chili Peppers con 18 años, y haber alcanzado el estrellato 3 años después con ese discazo que es el “Blood Sugar Sex Magik”, le pasó la cuenta. Supongo que le faltó madurez para hacerle frente a lo que se le venía encima, bueno… quién lo haría con semejante fama de súbito?. El hecho de haber estado tan cerca de la muerte sin duda lo ayudó en su obra posterior a esta época (del 2000 en adelante); y también lo que está lejos de cualquier tipo de cuestionamiento es que si Anthony Kiedis no le hubiera pedido que regresara a Red Hot Chili Peppers en 1998, hoy estaría comentando un disco de un difunto.
Un disco más para coleccionistas y fanáticos de Frusciante que para un amante de la música. Para cualquier persona será incómodo escucharlo, estoy seguro. John tiene muchos discos y mucho mejores que este (por ejemplo el “Shadows Collide With People” y el “The Will To Death”, hermosas obras). “Smile From The Streets You Hold” es una muestra del más abyecto vivir de un hombre carcomido por la adicción y al borde de la muerte. En 1997 del talentoso guitarrista sólo quedaba el nombre. He visto entrevistas de esa época y el tipo estaba irreconocible. Delgadísimo, casi deformado, con la mirada en cualquier parte, hablando de cualquier cosa. Me recordó mucho a lo que le ocurrió a Syd Barrett tras su salida de Pink Floyd en 1968 (incluso cuando aún estaba en la agrupación). Pero Frusciante se levantó, salió adelante, y el “Californication” de 1999, y su obra como solista (que llegó a lanzar en 2004 seis discos, algo inusual para cualquiera) demuestran que ahora está en otra parada, sólo concentrado en la música y en pasarla bien componiendo y tocando con su banda. Qué mejor que haber recuperado a un loco lindo y haciendo lo que mejor sabe?.





1 comentarios:

Anónimo dijo...

Indudablemene esta es una reseña de un soberbio que no entiende nada del arte y la extresión humana. Me da pena como la idiotez sumada a la sobervia le dan lugar a personajes nefastos como estos.
Flaco compáte sensibilidad

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