viernes, 15 de mayo de 2009

"Postales de California" - Revista Rolling Stones/1999 - A. Kiedis


Anthony Kiedis tiene 36 años, es hijo de un actor (Blackie Dammet) y hoy su mayor orgullo radica en que está ganando una interminable batalla contra las drogas. De hecho, su canción más exitosa, "Under the Bridge" –que comenzaba con la frase: "A veces siento que no tengo un compañero"– fue un lamento desesperado.

–Para mí, las drogas ya no forman parte del proceso creativo. En su momento, a pesar de que dio algunos buenos resultados, drogarme fue algo muy destructivo. Hoy, para seguir, tengo que estar limpio. Tampoco creo que madurar musicalmente esté ligado a haber dejado las drogas; no hay una regla. Para cada uno es diferente, y tal vez la decisión llegue tirando los dados…

–¿Cómo se siente que una canción en la que reflejás tus peores miserias se convierta en un hit coreado por todo el mundo?

–Se siente muy bien. Porque cuando vivís miseria, tristeza, depresión y soledad –sentimientos muy difíciles de tratar– y escuchás un tema que habla sobre ellos, repentinamente te sentís mejor. Si tu corazón está roto y encontrás la canción indicada, escrita por otro tipo que canta con el corazón roto, eso te alivia. Porque inconscientemente pensás: "¡Sí! Hay otro que se siente como yo…". Cantar esas canciones me recuerda que siempre tengo esa cuota de soledad y tristeza en mi interior, y en cierta medida me siento reconfortado.

-A pesar de eso, ¿podría decirse que sos un tipo feliz?

–(Piensa.) Podría decirse que soy una montaña rusa emocional. Siento tristeza y felicidad alternativamente, de un momento a otro...

–Realmente disfruté muchísimo escribiéndolas –se entusiasma–. Algunas me costaron bastante; en otras, me detuve a escuchar cuidadosamente el aire o a mirar el cielo: las frases se metían nadando en mi oído y todo lo que tenía que hacer era escribirlas. En otras ocasiones tenía que irme al hotel donde paraba, en Sunset Boulevard, y miraba el tránsito frenético de las avenidas, mientras que las calles que las rodeaban se veían tan vacías. Para mí, las letras de las canciones son como un diario personal. Cada disco es un documento de mi vida, de mi persona y de mis amigos. En Californication tengo que reconocer que la música fue la que inspiró la mayoría de las letras.

–¿Siempre escribís las letras después de la música?

–No siempre. Tengo varios poemas escritos que más tarde se transformaron en letras para canciones. Varias veces le dije a John: "Leé esto, porque quiero que se convierta en un tema", y él siempre me responde: "Tengo las partes de guitarra perfectas para esas palabras". Muchas veces el grupo se pone a improvisar en forma libre y de golpe les grito: "¡Esperen..! Dentro de todo eso… escuché una canción." No hay fórmula. Lo que sí es bastante usual es que la banda componga más música antes de que yo pueda terminar las letras.

–Tengo conciencia de la enorme influencia artística que tiene California, pero a la vez, para mí, es el lugar donde pasé mis aventuras, donde vivo, donde despierto. Creo que existe una energía muy fuerte. Por una cuestión territorial, de ubicación y de mezcla de culturas, California siempre tuvo un gran peso en los movimientos artísticos que repercutieron en el mundo y eso no sucede con ciudades como Buenos Aires. Las cosas que pasan allí pueden repercutir en el resto de la Argentina, pero nada más. Acá se disparan hacia todos lados…
Además me gustó la gente, la comida… y ese río que veía desde el hotel, ese río que te lleva a la selva, ¿no?.



Rolling Stone - Postales de California

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