martes, 7 de diciembre de 2010

Review Stadium Arcadium

Revista Rolling Stone - Argentina - Junio - 2006


Canciones dulces y funky alocado: los capos de California completan el círculo con un doble álbum monumental.


No bien empieza la segunda hora del nuevo y paquidérmico álbum doble de los Red Hot Chili Peppers, el tipo que una vez gritó: "¡Quiero hacer una fiesta en tu c*ncha!" canta en un susurro una propuesta más amable, aunque no del todo diferente: "Todo lo que quiero es que seas feliz / Y tomar a esta mujer y hacerte mi familia". El delicado Hard To Concentrate es el tema más vulnerable de los Peppers en toda su historia: una propuesta matrimonial de Anthony Kiedis, con el bajo enmudecido de Flea y las guitarras en capas de John Frusciante bailando lento sobre tambores africanos tocados con la mano.

El set tamaño caja de 28 canciones de Stadium Arcadium no es un concepto de la mediana edad sobre cómo cambiar las medias de fútbol por el esmóquin. Pero el noveno álbum de estudio de la banda es el trabajo más ambicioso en sus 23 años de carrera: un intento por consolidar todo lo que son los Chili Peppers, desde su primer material funk-metal más divertido hasta el estilo más conmovedor de las baladas estilo Under The Bridge o la armonía vocal pop de Californication. Y a diferencia de la expansión similar -pero inflada- que tuvieron los Foo Fighters en su disco doble In Your Honor, y casi cualquier otro álbum doble de la era pos vinilo, la banda despunta. Es un triunfo de carrera avanzada que podría pasar por una colección más de grandes éxitos de un grupo.

Mucho del crédito de la profundidad del álbum -y los arreglos revoltosos, cambiantes, y las golosinas de auricular que hay en cada tema- se debe al arma no tan secreta de la banda, John Frusciante.

Desde su regreso al grupo en Californication, de 1999, quedó claro que Frusciante volvió de su adicción casi fatal a la heroína con nuevos superpoderes musicales, y en Stadium Arcadium están en pleno florecimiento. Tomemos Charlie, que suena como un Give It Away monocromático hasta que estalla en el arco iris de las armonías en falsetto de Frusciante, en duelo con un solo simultáneo de guitarra.

Pero al igual que los Rolling Stones -otro grupo al que le preocupa el ritmo y que comenzó apropiándose de la música negra sólo para llegar mucho más lejos- los Chili Peppers son una banda de verdad, en la que cada uno vale y ninguno es reemplazable. Flea ha pasado años llevando su pop frenético y sus cachetazos a un minimalismo frenético casi zen, mientras se fundía cada vez más con Chad Smith, quien sigue siendo el baterista con más swing del rock, aparte de Mitch Mitchell. Pero después de By The Way, de 2002, el álbum menos funky de la banda, el bajista finalmente se suelta aquí. Las frases disparadas en tiempo doble por Flea en 21st Century nos recuerdan que los Chili Peppers ya grababan dance rock con influencias de Gang of Four cuando Franz Ferdinand no era más que un austríaco muerto.

Y también está Kiedis, cuya voz continúa mejorando a una edad en la que muchos rockeros empiezan a patinar en las notas altas y se las dejan a las segundas voces. Muestra versatilidad en todo el disco, desde su vívida interpretación de Jimi Hendrix (su mayor influencia vocal) en Hump de Bump hasta el nuevo rugido country en el estribillo del tema Readymade. Kiedis es casi el inventor del rap rock, y se aferra a sus raíces soltando las mejores rimas de todos los álbumes desde Blood Sugar Sex Magik. No actualizó su flow en un par de décadas, y casi todas sus letras siguen careciendo de sentido, pero la sola familiaridad de su estilo lo convierte en un atractivo contrapunto del esplendor melódico de los últimos tiempos de la banda, en vez de en una incomodidad como la de Fred Durst.

Stadium Arcadium tiene demasiados temas en mid tempo y,a la manera de All That You Can't Leave Behind de U2, se trata más de asumir la carrera de los Peppers que de un paso adelante. Pero la banda todavía tiene capacidad de sorprender, como en el rebotante Make You Feel Better, de cuatro acordes, un tema pop con influencias de los 60. Unas canciones más tarde, Kiedis parece confesar algunos temores acerca del proyecto que tienen en manos: "El riesgo, ¿vale la pena? / El disco, ¿es perfecto?". ¿Perfecto? Nah. Pero casi.



Fuente: Funky Monks

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